La huella silenciosa del cannabis en el cerebro adolescente
Un equipo de investigadores españoles, liderados por el catedrático de Psicobiología en la UNED Alejandro Higuera, ha encontrado que el consumo de cannabis durante la adolescencia no causa por sí solo esquizofrenia, pero puede dejar una huella cerebral y genética duradera cuando existe una predisposición previa en el desarrollo del cerebro. El estudio es la continuación de una investigación realizada gracias a una Beca Leonardo de la Fundación BBVA 2017, acaba de publicar resultados en dos papers recientes y ha sido protagonista de un documental de producción propia de la UNED que se emitió el viernes 25 en La 2 de TVE.
31 julio, 2025
Durante años, estudios científicos han debatido si el cannabis es un desencadenante directo de la esquizofrenia o simplemente un factor más en una red compleja de causas. Dos nuevos estudios preclínicos (con artículos publicados en Biological Psychiatry: Global Open Science y en Progress in Neuropsychopharmacology & Biological Psychiatry, ambas de primer cuartil en sus campos) de este grupo de investigadores de la Universidad Nacional de Educación a Distancia han abordado esta cuestión desde una perspectiva multicausal: ¿Qué ocurre cuando se combinan dos factores de riesgo en el desarrollo? Por un lado, la exposición prenatal a infecciones (modelada en ratas mediante activación inmune materna, MIA), una condición asociada con mayor riesgo de trastornos neuropsiquiátricos; por otro, el consumo adolescente de THC, el principal componente psicoactivo del cannabis.
Los investigadores observaron que, por separado, tanto la MIA como el THC afectan el desarrollo cerebral y la expresión genética. Pero lo más llamativo fue lo que sucede cuando se combinan: A nivel conductual, los animales no mostraron síntomas similares a la esquizofrenia (como déficit social o cognitivo) de forma evidente. Sin embargo, mediante técnicas de neuroimagen (PET) y secuenciación genética, encontraron alteraciones persistentes en regiones clave del cerebro, como la corteza orbitofrontal, el hipocampo y el estriado. Estas alteraciones estaban acompañadas de cambios en la expresión de genes implicados en partes del sistema nervioso central fuertemente vinculadas con trastornos como la esquizofrenia: los sistemas dopaminérgico, glutamatérgico y serotoninérgico. “Utilizando este modelo de doble exposición a infecciones durante la gestación y consumo de cannabis en la adolescencia –explica Alejandro Higuera–, hemos podido descubrir algunas cuestiones verdaderamente relevantes. En primer lugar hemos visto cómo la exposición conjunta a ambos factores genera un estado de vulnerabilidad cerebral muy importante. Hemos utilizado escáneres cerebrales y hemos identificado áreas concretas del cerebro que muestran una afectación especial cuando confluyen los dos factores. Además, utilizando técnicas de análisis genético de nueva generación hemos identificado genes que tradicionalmente se sabe que son de riesgo en esquizofrenia, hemos identificado estos genes con una gran afectación en los animales que muestran la exposición a ambos factores de riesgo”.
Para acercar el estudio a la investigación traslacional, los autores también analizaron células inmunitarias de la sangre de los animales, con el resultado de que algunos de los cambios observados en el cerebro también aparecían reflejados en la sangre, abriendo la puerta al desarrollo futuro de biomarcadores periféricos —es decir, externos al sistema nervioso central— que puedan identificar a personas en riesgo antes de que aparezcan los síntomas.
Cannabis y esquizofrenia: ¿causa o contexto?
Lo que estos estudios dejan claro es que el cannabis no actúa como una causa universal de la esquizofrenia. En ausencia de una vulnerabilidad previa, como una alteración en el desarrollo temprano del cerebro, no parece tener un efecto desestabilizador profundo. Pero en individuos con esa predisposición, el consumo frecuente y en dosis elevadas durante la adolescencia podría actuar como un segundo golpe, alterando circuitos cerebrales críticos de forma sutil pero duradera.
A pesar de haber realizado el estudio sólo en animales (ratas), los autores aseguran que hay una gran coincidencia con los resultados de estudios previos en humanos, con la ventaja de que pueden aislar los factores biológicos, excluyendo los que no se pueden evitar en personas: toma de medicación, alteración por brotes… “La conclusión más importante de esto es que la afectación inmune prenatal más el consumo de cannabis en la adolescencia combinadas generan un estado de riesgo cerebral de mayor proclividad a la psicopatología incluso antes de que los síntomas de las alteraciones conductuales comiencen a manifestarse. De esta manera vamos a poder identificar a los individuos más vulnerables y poder intervenir antes de que los síntomas comiencen a dar la cara”, resalta el profesor Higuera.
Estos hallazgos ponen el foco en la interacción entre vulnerabilidad biológica y factores ambientales; refuerzan la necesidad de prevenir –“y no banalizar”, subraya Higuera– el consumo de cannabis en adolescentes, especialmente aquellos expuestos a factores de riesgo como las infecciones durante la gestación, y abren nuevos caminos hacia la identificación temprana del riesgo mediante biomarcadores genéticos en sangre.
Alejandro Higuera Matas (Madrid, 1981) es catedrático de Psicobiología e investigador principal del Grupo de investigación de Psicobiopatología de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), y lleva más de dos décadas investigando los efectos del consumo del cannabis en la adolescencia. En 2017 obtuvo una Beca Leonardo de Investigación Científica y Creación Cultural de la Fundación BBVA para indagar sobre el efecto puerta de entrada de esta droga hacia otras como la cocaína. Es licenciado en Psicología por la Universidad de Granada y doctor en esta disciplina por la UNED con premio extraordinario.