FIRMA INVITADA

La reconstrucción poscatastrófica: aprendizajes, oportunidades y herramientas

Roger Sauquet, Beca Leonardo en Ingenierías 2021

ROGER JOAN SAUQUET LLONCH

Un año después de la dana de Valencia, el arquitecto Roger Sauquet analiza las mejores estrategias para una recuperación eficaz de los terrenos afectados que los vuelvan más resistentes ante futuras catástrofes, basándose en la investigación realizada con la Beca Leonardo en Ingenierías y Arquitectura que obtuvo en 2021. Profesor agregado en la Escola d’Arquitectura de Vallès de la Universitat Politècnica de Catalunya y coordinador del Centre de Recerca per a l’Administració Local (CRAL), Sauquet trabaja ahora para desarrollar una metodología de replanteo urbanístico que integre el riesgo en el diseño de áreas vulnerables para mejorar su resiliencia.

30 octubre, 2025

Perfil

Roger Sauquet

Estamos a un año de la terrible dana que asoló la Horta sud, de Valencia, con un balance catastrófico que todos ya conocemos. Más allá del fenómeno concreto, y de la evidencia de que el aumento de frecuencia de las disrupciones climáticas es la peor consecuencia del cambio climático en nuestras latitudes, cabe preguntarse cómo hay que afrontar la reconstrucción después de la catástrofe, cómo podemos prepararnos para superar de mejor manera el próximo episodio, cómo debemos regenerar nuestras áreas urbanas para que sean más resilientes a los fenómenos climáticos destructivos.

Con la Beca Leonardo conseguida en 2021, cuyo objetivo fue calibrar la capacidad resiliente de nuestras ciudades —especialmente las del levante peninsular— a partir de analizar cómo se habían reconstruido después de una catástrofe, pudimos recorrer distintas áreas afectadas por fenómenos como el temporal Gloria, de 2020; la dana que asoló la provincia de Tarragona en 2019; o el fuego forestal de Pont de Vilomara, de 2022, observando y parametrizando las reparaciones efectuadas en edificios, infraestructuras y espacios públicos dañados. Uno de estos territorios, las Terres del Ebre, y Alcanar en particular, supusieron una lección en sí mismos, y se han convertido en un caso de estudio permanente para nuestro equipo. Podríamos decir que esta área es, realmente, un campo de experimentación y comprobación. Asolado por graves inundaciones tipo flash-flood, vimos cómo se inundaba en 2021, en 2023 y ahora lo hemos vuelto a ver, en octubre de 2025, hace justo una semana. Los aprendizajes surgidos de trabajar y colaborar con este territorio han sido útiles para los agentes y responsables urbanísticos para tomar decisiones y nos han servido para afrontar nuevas investigaciones.

Entre los aprendizajes destacamos:

1) La naturaleza del daño depende de múltiples factores: el propio fenómeno climático disruptivo, la realidad territorial y urbanística específica del lugar, la morfología urbana, la actividad humana presente. Por lo tanto, los factores que influyen en la reconstrucción no confluyen en una única fórmula salvadora, sino que determinan más bien una suerte de ‘traje a medida’ para cada territorio. Las fórmulas basadas en un único parámetro de análisis tienden a destruir la ciudad, en tanto que espacio de complejidad, de superposición y yuxtaposición. El análisis y la diagnosis multifactorial es clave para diseñar soluciones que no supongan esta pérdida de complejidad urbana.

2) Las catástrofes son una oportunidad para introducir cambios profundos en la realidad urbanística de un territorio de forma que mejore su resiliencia ante eventos futuros. En primer lugar, porque la sociedad está concienciada y dispuesta a aceptar transformaciones. En segundo, porque el propio territorio está señalando sus carencias y sus potencialidades. Y, por último, porque, en la esfera económica, son ámbitos que a corto y medio término reciben una inversión millonaria en forma de ayudas, compensaciones y subvenciones.

3) La mirada colectiva es imprescindible para atajar la reconstrucción. En Alcanar pudimos comprobar cómo tras la inundación de 2021, acciones individuales de fortificación de parcelas mediante muros de hormigón empeoraron el escenario y, en 2023, aun lloviendo menos, el calado de la inundación fluctuando por el espacio público aumentó, provocando mayores daños cuando finalmente el agua entró en las casas. Las ayudas a los privados que se reciben para compensar daños se dimensionan para reconstruir lo que había. Condicionar estas ayudas con la finalidad de mejorar el escenario urbano es clave para no repetir errores. Algo que influiría en el aprendizaje colectivo, aumentando, episodio tras episodio, de forma notable, la resiliencia urbana.

Estos aprendizajes y la aparición de fórmulas de integración de la información vinculadas al diseño urbano son la base para la ayuda que recientemente hemos recibido del programa Fundamentos de la Fundación BBVA. El objetivo del proyecto Estrategias de recuperación post-catastrófica. La integración de la simulación de fenómenos climáticos extremos en el diseño urbanístico para la mejora de la resiliencia y la complejidad urbana es integrar la teoría de sistemas complejos urbanos, con las herramientas de integración multifactorial, de simulación de fenómenos climáticos (fuego e inundación) y de representación digital de la ciudad (gemelo digital) para desarrollar una metodología útil para la reconstrucción. La literatura proveniente de la recuperación posbélica, que tiene un largo recorrido en el ámbito científico, nos advierte de la habitual pérdida de complejidad urbana cuando se reconstruyen ciudades destruidas por la guerra. Con este antecedente, y salvando distancias obvias, la intención es desarrollar una metodología analítico-propositiva para encontrar estrategias de recuperación poscatastrófica. La hipótesis es que esta metodología, que se calibrará en varios escenarios urbanos recientemente afectados por disrupciones climáticas en el levante peninsular, es, de igual manera, útil tanto para la recuperación poscatástrofe, como para el replanteo urbanístico de áreas vulnerables. La idea es integrar, en estas áreas, el factor ‘riesgo’ como un elemento más del diseño urbano, como un ingrediente clave en la regeneración de nuestros pueblos y ciudades.

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