Mar Alonso recibe el Premio al Joven Talento Científico-Técnico de la Academia Asturiana de Ciencia e Ingeniería

“El premio es un orgullo tanto a título personal como a nivel de grupo de investigación”, ha declarado Alonso, “porque la investigación en el sector de la construcción no suele recibir tanta divulgación en la sociedad y es algo importante para nosotros”. Además, es el primero de esta familia de premios que recae en la rama de la ingeniería, un área que la galardonada considera que “aporta valor científico, pero con transferencia, que va desde la investigación básica hasta las aplicaciones”.

En su proyecto Leonardo, la investigadora se ha propuesto crear materiales de construcción autosensibles, es decir, que puedan detectar fisuras o grietas y emitir una señal de alerta que permita actuar sobre estos fallos mucho antes de lo que es posible con las técnicas actuales. Pero, en lugar de emplear nanotubos de carbono o grafeno como se hace actualmente, Alonso propone utilizar un material que se obtiene como subproducto industrial en la fabricación del zinc, y cuyas propiedades son particularmente favorables para este fin. “Se compone de nanopartículas semiconductoras, y con ellas estamos intentando dopar los hormigones ligeros para conseguir que den un impulso eléctrico cuando estén sometidos a una carga”, explica.

“Por ejemplo, cada vez que un vehículo pasa por encima de un puente, ese puente está sometido a una carga y, con los materiales que proponemos, se emitiría una señal eléctrica. En el momento en que dentro del puente haya una fisura, una grieta o un desperfecto, antes de verlo tendremos un cambio en esa señal que estamos midiendo. Yo lo comparo a los sensores de glucosa para personas con diabetes: hay un rango de valores que son normales, pero en cuanto te sales de ese rango, sabes que te está subiendo o bajando el azúcar y tomas medidas”, continúa la galardonada.

Anticipar fallos para lograr infraestructuras más duraderas y sostenibles

Alonso detalla que el mantenimiento de las infraestructuras consume muchos recursos económicos, de manera que anticipar los fallos para poder intervenir cuanto antes podría suponer un gran ahorro de costes. “Es mucho más sencillo, y también más sostenible porque significa que las estructuras se vuelven más duraderas en el tiempo”, apunta, añadiendo que el emplear un subproducto industrial es también un componente clave en la sostenibilidad del proyecto.

Para lograr este objetivo, el primer reto es conseguir que el hormigón dopado como propone la investigadora adquiera la capacidad de emitir señales eléctricas cuando esté sometido a una carga. Después, plantean realizar pruebas en prototipos de laboratorio, tanto de vigas como de muros. “Si lo conseguimos, tendremos una línea de investigación abierta muy importante”, afirma Alonso. Un tercer paso, quizá más allá del ámbito de la Beca Leonardo, será convertir esta señal eléctrica para identificar si los cambios que se detecten corresponden a fallos importantes o son mero ruido. El fin último sería incorporar el hormigón dopado no solo a la nueva infraestructura, sino también contemplar la sustitución de ciertos pilares, vigas o muros estratégicos en infraestructuras existentes para anticipar sus posibles defectos.

“Espero que, si los resultados del proyecto Leonardo son positivos, podamos solicitar un proyecto más ambicioso y así contribuir significativamente al avance de este tipo de tecnologías, porque creo que el desarrollo de materiales de construcción va en esta dirección”, concluye la investigadora.

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