Jezabel Curbelo, Beca Leonardo 2022 en Ciencias Básicas - Fundación BBVA
Obtuvo una Beca Leonardo en Ciencias Básicas en 2022

Jezabel Curbelo, matemática: “Temo que quien realmente tenga vocación para enseñar matemáticas en el instituto no consiga entrar a la carrera o se vaya a otro trabajo con un mejor salario”

PATRICIA CONTRERAS TEJADA

Jezabel Curbelo (Los Realejos, Santa Cruz de Tenerife, 1987) estudia los movimientos de fluidos como los gases de la atmósfera o el agua de los océanos para predecir fenómenos como los eventos meteorológicos extremos, el movimiento del humo de incendios alrededor del mundo o las variaciones en el ozono de la atmósfera. Obtuvo una Beca Leonardo en 2022 mientras era investigadora Ramón y Cajal en la Universitat Politècnica de Catalunya, y desde julio de 2025 es catedrática en el Departamento de Matemáticas de la misma institución.

25 septiembre, 2025

Perfil

Jezabel Curbelo

Pregunta.- Acabas de tomar posesión como catedrática, dando el salto desde un contrato Ramón y Cajal, y eres una de las matemáticas más jóvenes en conseguir este tipo de plaza. ¿Cómo ha sido el camino desde que terminaste el doctorado hasta ahora? 

Respuesta.- He tenido la suerte de que el camino ha sido corto, a pesar de que la fase de contratos temporales ha sido más larga para mí que para otras personas, y sobre todo más larga que en otros países. Terminé la tesis en 2014 y mi primer contrato indefinido ha sido 11 años después. He podido saltarme un paso, que es el de profesora agregada o titular, pero por contra he tenido un camino de incertidumbre de 11 años… Y una siempre piensa que no va a poder pasar al siguiente escalón.

En otros países, se puede terminar la tesis y pasar tres o cuatro años con contratos posdoctorales. Luego pasa a assistant professor y desde ahí promociona. En España lo equivalente sería un contrato de profesor ayudante doctor, pero la promoción desde ahí es más incierta: tienes que volver a competir por la siguiente plaza, y la plaza puede ser que ni siquiera se abra. Depende mucho de la universidad, pero es un proceso largo y eso hace que se pierda mucha gente por el camino. Las personas se cansan, o quieren conseguir una hipoteca y sin un contrato indefinido no pueden, o quieren saber dónde van a vivir el próximo año, etc., y acaban abandonando la carrera académica. Otras personas simplemente se van a vivir a otros países y deciden no volver porque saben lo que se tarda en establecerse en España.

P.- Investigas sobre la simulación y el modelado del movimiento de fluidos como el agua del océano o los gases de la atmósfera, ¿qué resultados destacarías como los más importantes que has obtenido hasta ahora?

R.- No sabría destacar un resultado en concreto, a veces los artículos que más trabajo me han llevado y los que más me gustan son los que menos repercusión tienen o menos interesan a la gente. Y otros que a lo mejor he terminado en menos tiempo resulta que reciben más citas… Quizás lo más importante para mí no siempre es lo más importante para el mundo.

Pero por poner un ejemplo reciente, ahora estoy trabajando con datos del océano que se recogen a través de unos instrumentos robóticos que se desplazan con las corrientes entre la superficie y la profundidad media, recopilando propiedades del agua: todo el perfil de temperatura, densidad, salinidad… Es un programa global muy amplio, y en mi equipo estamos trabajando con esos datos en un nuevo algoritmo para intentar sacar conclusiones sobre la circulación de masas de agua.

P.- ¿Cómo te interesaste por esta área de investigación?

R.- Antes de empezar la tesis, recibí una beca de introducción a la investigación. Como en la Universidad de La Laguna —donde hice la carrera— teníamos muy buena base de las áreas más teóricas de las matemáticas como el análisis y el álgebra, decidí que quería explorar lo que no fuera a aprender en La Laguna. Así que puse simplemente “matemática aplicada” en la solicitud, y me asignaron a Ana Mancho, del Instituto de Ciencias Matemáticas en Madrid, que investigaba en fluidos. Hice la beca de introducción con ella y luego me quedé a hacer también el doctorado, y a partir de ahí siempre he trabajado con fluidos. Fue una decisión que tomé en tercero de carrera, sin saber casi nada, pero siempre me ha gustado la matemática aplicada porque ver la utilidad de lo que haces da muchas alegrías.

P.- ¿Tienes algún ejemplo de esa utilidad?

R.- Tengo un artículo bastante concreto sobre cómo se distribuye la pérdida de ozono en la atmósfera. En marzo de 2020, nuestra atención estaba centrada en la covid, pero al mismo tiempo, el vórtice polar tuvo un récord de disminución de ozono en su interior. Hubo un calentamiento repentino (llamado Sudden stratospheric warming) que provocó que el vórtice se dividiera prácticamente en dos. Pasó a tener forma de ocho, volviéndose más alargado y juntándose por el medio y, aunque no se produjo una división completa, vimos que había un vórtice principal, de mayor tamaño, que concentró toda la disminución de ozono, y el otro mantuvo un nivel alto.

También he estudiado la evolución de la pluma de humo en la estratosfera generada por los incendios forestales de Australia durante la temporada 2019/2020, analizando su transporte y los factores que influyeron en su desplazamiento.

P.- En 2022 recibiste una Beca Leonardo, ¿qué supuso para tu trayectoria?

R.- Ser miembro de la Red Leonardo me parece una pasada. No ya para tu área de investigación, sino desde el punto de vista cultural, te ofrece entradas a actividades, la oportunidad de conocer a otros becarios, artistas, escritores, personas que se dedican a la música… Es muy enriquecedor, y aprendo muchísimo en todas las reuniones de la Red.

Además, desde el punto de vista académico, te da mucho impulso. Es verdad que no es una cantidad de dinero muy grande en comparación con otros proyectos de investigación, pero a mí me permitió viajar y fortalecer las colaboraciones con personas con las que trabajo en Estados Unidos (una en la Universidad de Harvard y otra en la Institución Oceanográfica de Woods Hole). Esas colaboraciones más fuertes luego dan lugar a otros proyectos más grandes, que a su vez dan lugar a más financiación. En mi caso, después de la Beca Leonardo conseguí la Ayuda ‘Consolidación Investigadora’, con la que contraté a un investigador posdoctoral, y este año obtuve una ayuda de la Fundación Ramón Areces con la que voy a contratar a un doctorando.

En el fondo, es una semilla para desarrollar colaboraciones e ideas, crear tu red, y para mí ha sido una ayuda muy importante que me ha permitido crecer. Supongo que también llegó en el momento adecuado, en el que realmente necesitaba ese apoyo para desarrollarme. Y ahora que lo he visto desde el otro lado como miembro de la comisión evaluadora, me he dado cuenta de lo complicado que es evaluar las solicitudes, porque los candidatos que las piden son todos increíbles y los proyectos, de altísima calidad. Así que estoy muy agradecida de que me la concedieran a mí.

P.- Has trabajado en la Universidad de Lyon y en la de California, Los Ángeles, además de en varias instituciones españolas. ¿Qué te animó a asentarte en Barcelona, en la Universitat Politècnica de Catalunya?

R.- Me he movido bastante por el mundo porque me gusta viajar de forma académica. Creo que es importante hablar con gente, tener colaboradores, conocer a gente que piensa de manera diferente a la tuya, buscar otras maneras de abordar un problema o nuevas aplicaciones de tus ideas… Es muy enriquecedor, y creo que todos los investigadores deberíamos ir a congresos, contar tu trabajo y no quedarte en tu pequeño núcleo.

Cuando obtuve el contrato Ramón y Cajal, elegí Barcelona por motivos tanto académicos como personales. Yo soy de una isla y antes, cuando vivía en Madrid, echaba de menos el mar. Además, tenía bastante claro que quería una ciudad grande, que me permitiera estar bien comunicada y realizar los viajes que me permitieran construir una red internacional. Dentro de Barcelona, elegí la Universitat Politècnica de Catalunya porque las matemáticas aplicadas que hago encajan bien dentro del departamento en el que estoy ahora, y además el programa de estabilización que existe me daba una cierta garantía de que aquí me podía quedar. Y así ha sido.

P.- Cuando empezaste el doctorado en 2009, ¿cuál era tu sueño a 15 años vista?

R.- No tenía una esperanza concreta, aunque sí pensaba que iba a estabilizarme antes. Es cierto que conseguí el contrato Ramón y Cajal cuando solo me quedaban dos años para promocionar desde mi contrato anterior como ayudante doctora, y en ese sentido retrasé la idea de tener una plaza permanente.

En un momento de mi vida pensé que lo que necesitaba era estabilidad, que no podía vivir sin saber qué iba a pasar mañana, luchando constantemente y pidiendo proyectos cada día. Cuando estaba haciendo el doctorado, realmente pensé que iba a dejar la carrera académica, y estuve en las listas de secundaria hasta hace unos seis años para tener un trabajo garantizado si algo iba mal. Pensaba simplemente que, si este camino no funcionaba, me iba a otro. Además, a mí no me disgusta dar clases, y creo que se necesitan profesores en secundaria a quienes realmente les guste dar matemáticas, como es mi caso.

Pero cuando obtuve el Ramón y Cajal, decidí aceptarlo porque me permitía, por un lado, dar menos clases y así dedicar más tiempo a la investigación, y además venía con fondos para viajar que no tenía como ayudante doctora. No es lo mismo hacer investigación con poca financiación, que es realmente difícil, que hacer investigación teniendo recursos. Y yo lo que quería en ese momento era seguir haciendo investigación, y hacerla lo mejor que podía. Por eso intenté irme a la mejor universidad posible, en la mejor ciudad. Pensé: “Para investigar en un sitio que no me da todos los recursos que necesito, mejor me salgo de esta carrera que es tan complicada y que lleva tanto camino de piedras”. Esa ha sido siempre mi actitud, intentar hacer las cosas lo mejor posible. Luego puede haber salido bien, mal o regular, pero siempre lo he intentado.

P.- ¿Cómo ves la situación de las matemáticas en España?

R.- España está muy bien posicionada, y las matemáticas aquí están muy bien valoradas. Se ve en las notas de corte de la Evau, que son altísimas en todas las carreras de esta materia. A nivel de investigación, hay muchísima gente muy buena haciendo matemáticas en España, y españoles que están haciendo matemáticas fuera, que están a unos niveles muy superiores a la gente de otros lugares.

Sin embargo, en el instituto no estamos tan bien. Precisamente porque cuesta tanto entrar en las carreras de matemáticas, al salir de esas carreras la gente quizá no quiere ponerse a dar clase en un instituto, teniendo en cuenta que además hay que invertir otro año en cursar el máster de educación. A mí lo que realmente me da miedo es que el nivel del instituto empiece a bajar simplemente porque los profesores de matemáticas de secundaria no tengan la motivación de alguien que ha estudiado esa carrera y le apasione realmente la asignatura sino que vengan de otras carreras más o menos relacionadas.

Creo que vamos a tener un problema de aquí a un par de años, porque en las oposiciones ya se ve que hay menos gente de matemáticas que se presentan a esa materia. Me da pena que tenemos unas matemáticas de nivel muy bueno a nivel universitario, y quienes terminan la carrera consiguen unos trabajos increíbles con salarios elevadísimos. Entonces, ¿cómo va a competir secundaria contra eso? Temo que quien realmente tenga vocación para las matemáticas y para dar clase en el instituto no consiga entrar a la carrera porque la nota de corte esté demasiado alta o que, una vez en la carrera, se contamine porque en otra salida profesional encuentra mejores condiciones. Al final, así perdemos todos: la juventud tiene que tener una buena formación.

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