Entrevista con la becaria Leonardo galardonada con el Premio Nadal

Najat El Hachmi: “Escribir supuso conquistar la libertad”

La escritora Najat El Hachmi, instalada en Cataluña, publica su primera novela en castellano “El lunes nos querrán”, ganadora del Premio Nadal 2021. Este proyecto ha sido posible gracias a una Beca Leonardo a Investigadores y Creadores Culturales concedida por la Fundación BBVA en 2019 en el área de Creación Literaria y Artes Escénicas. La novela refleja la amistad de dos amigas, hijas de inmigrantes marroquíes, que afrontan una doble dificultad: por un lado, vivir en un barrio de mayoría inmigrante y segregado urbanísticamente; y por otro, pertenecer a un mundo en el que la emancipación e independencia de la mujer es fuertemente cuestionada. En esta entrevista, cuya versión en vídeo puede verse sobre estas líneas, la escritora nos habla del proceso creativo de la novela, lo que quiere transmitir al lector, así como los obstáculos que ha tenido que sortear por ser mujer y de origen marroquí.

15 marzo, 2021

Pregunta.- En España aún existen enormes resistencias culturales para integrar al inmigrante, ¿por qué?

Respuesta.- Todavía tenemos una idea de lo que es la sociedad española muy anclada en el pasado y no hemos interiorizado que hay muchas personas que forman parte de esta sociedad que vienen de otros países y que tienen otros orígenes, otras lenguas maternas, otros bagajes culturales. Ese es el cambio que hace falta todavía. Se tiene una idea muy puntual y temporal de lo que es la inmigración, pero el inmigrante llega, se incorpora a la sociedad y forma parte de esta sociedad. 

P.- ¿Ha percibido alguna mejoría en ese problema en los últimos veinte años?

R.- Somos muchas las personas que estamos intentando reivindicar que nosotros somos parte de esta sociedad, aunque hayamos nacido en otro lugar, nuestros hijos son parte de esta sociedad. El problema es que esa visión de “tomar por extranjeros” a quienes “parecen extranjeros” se hereda y pasa a nuestros hijos. Yo entiendo muy bien mi proceso y sé dónde nací y cuando vine a España, pero mis hijos ya nacieron aquí y hay que insistir en el hecho de que no son de fuera.

P.- ¿Qué papel jugó en su caso la educación para su integración en España?

R.- Tuve la suerte de llegar y al poco tiempo incorporarme a la escuela del barrio donde las maestras y los maestros conocían muy bien a las familias y había una relación de mucha proximidad con los vecinos. Ese hecho fue decisivo porque pude aprender las lenguas con las que comunicarme, pude aprender muy rápidamente cómo funcionaba esta sociedad y a partir de ahí el proceso fue mucho más fácil. Incluso, permitiéndome ser el puente entre las personas que habían llegado a este país siendo adultas y que, quizá, podían tener algunas dificultades para tener acceso a ese conocimiento del entorno y la nueva sociedad.

P.- Y en ese proceso, ¿qué papel jugó el idioma?

R.- El idioma fue un elemento muy importante, ya que yo venía de una sociedad donde se hablaba una lengua de tradición oral y la primera lengua que aprendí escrita fue el catalán, porque la escuela ya estaba en el programa de inmersión lingüística. Al cabo de unos meses descubrí que además había otra lengua que aprender (castellano). Yo recuerdo ese proceso como apasionante y que además ha tenido mucho que ver con el hecho de que yo haya acabado siendo escritora, porque desde muy pequeña he tenido que estar pensando las distintas lenguas, haciendo ese ir y venir continuo entre la lengua que se hablaba en casa y las lenguas que se hablaban fuera. Esa reflexión sobre la lengua es muy importante para escribir.

P.- ¿De esa reflexión sobre la lengua nació su vocación literaria?

R.- La necesidad de escribir nace del contexto multilingüe en el que he crecido, pero hay otra circunstancia añadida, ya que hasta los 8 años estuve únicamente expuesta a una literatura oral porque la lengua de mis padres no se escribe, estuve en contacto con las historias que se contaban en mi familia, sobre todo las mujeres. Y después, cuando llegamos a España, el contacto fue con los libros a través de la biblioteca. De algún modo, había una continuidad entre esa primera literatura oral y lo que fuí a buscar en los libros.  Esa literatura oral de casa de mi familia la dejamos atrás, porque con la migración también se pierden cosas. La sustituí por lo que me contaban los libros, eran otras voces muy distintas de las de las mujeres de mi familia. Toda esa exposición a la literatura oral y escrita fue dándome instrumentos para luego poder expresarme a través de la escritura, que me permitió decir muchas cosas que todavía no podía decir en voz alta.

P.- ¿Hay algún momento concreto en el que decidió ser escritora?

R.- Primero fue como una especie de diversión. Con 12 años empecé contando historias parecidas a las que a mí me gustaba leer, era como un juego. Un año más tarde, hubo un momento en el que me di cuenta de que eso era mucho más poderoso, cuando una de nuestras maestras nos pidió que escribiéramos una especie de diario en el que contábamos lo que queríamos y empecé a contar las cosas que me generaban un malestar muy importante. El simple hecho de poderlo escribir me permitía ordenar la realidad, podía darle un sentido a algo que era difícil de comprender. 

Una de las reacciones que escribí en las primeras líneas de ese diario fue: “el principal problema que hay en mi casa es el machismo”, porque sentía que estaba recibiendo un trato muy injusto por el hecho de ser una niña y se me aplicaban unas normas muy distintas de las que se le aplicaban a mis hermanos, estaba muy indignada. Unos párrafos más adelante expresaba algo que también ha sido un tema recurrente desde entonces, que es esa sensación de extrañeza respecto a tu propio origen. No sentirte del lugar en el que naciste, pero a la vez el lugar en el que vives mucha gente te niega esa pertenencia. 

P.- ¿Qué obstáculos o dificultades encontró para dedicarse a la escritura?

R.- Las dificultades tienen más que ver con las condiciones económicas que te toca vivir que con mi procedencia. Por mi sexo y por la clase social de la que vengo estuve muy condicionada en su momento. La dificultad tenía más que ver con ganarme la vida que con la escritura misma. 

P.- ¿Qué supuso para su proceso personal encontrar su propia voz creativa, descubrir que usted podía “hablar por sí misma”?

R.- Para mí supuso conquistar la libertad. Yo pude ser libre escribiendo mucho antes de poderlo ser en la vida real, porque antes de poder conquistar esa libertad tienes que tener conciencia realmente de lo que te está condicionando como persona. Lo supe mucho antes de poder luchar por esa libertad fuera de los textos que escribía. 

A través de la escritura por fin consigo que todos esos mundos sean uno.

P.- ¿Cómo surge el proyecto de “El lunes nos querrán” y por qué decide, a diferencia de otras obras anteriores, escribirla en castellano?

R.- En los últimos años he estado muy en contacto con muchas lectoras que se parecen a las protagonistas de mis anteriores novelas. Ellas me han alimentado muchísimo con las problemáticas que tienen que ver con las que aparecen en esta obra: donde se ve como unas mujeres jóvenes que viven en un determinado barrio con una serie de características que también condicionan la vida de estas protagonistas. Antes de empezar la novela no tenía previsto escribirla en castellano, pero he publicado varios artículos y un pequeño ensayo sobre el malestar de las hijas de familias musulmanas y con muchas de ellas el debate lo hemos tenido en castellano. Fue un proceso bastante natural. 

P.- ¿Qué es lo que has querido transmitir al lector de “El lunes nos querrán”?

R.- Como escritora, quiero que el lector se acerque a la historia de las dos protagonistas, que es una historia de amistad y de lucha por la libertad. Que entienda la complejidad en la que están viviendo, sus anhelos, sus contradicciones, su malestar, todo lo que les va condicionando por estar viviendo en ese barrio, por tener la procedencia que tienen, por como todo un mundo les pide que sean de una forma distinta de cómo son en realidad. Es la sensación de opresión, de falta de libertad y su continua lucha por escapar de todo eso.

P.- ¿En qué te has inspirado para escribirla?

R.- Me he inspirado en muchísimas historias de mujeres que me han contado sus vivencias, sus anécdotas y que a lo largo de muchísimos años han sido así de generosas conmigo. Han compartido conmigo cuestiones muy personales e íntimas que, además, he podido observar cómo se repetían en distintos sitios y resonaban también en mi propia experiencia. Esa es básicamente la fuente de inspiración. Las historias están en todas partes, hay muchísima gente contando cosas, lo único que hay que hacer es escuchar e intentar articular esas historias.

P.- Ahora ha ganado el Premio Nadal, ¿cree que habrá un antes y un después?

R.- Los premios te permiten llegar a más lectores, pero a la hora de escribir no te cambian porque a lo que te tienes que enfrentar es lo mismo. Ganar un premio no hace que el trabajo sea más fácil, pero sí que llegue a más lectores, que es lo que quiere cualquier escritor.

P.- Con este proyecto logró una Beca Leonardo de la Fundación BBVA, ¿qué supuso para usted?

R.- La beca supuso tener tranquilidad durante un tiempo para poder estar centrada exclusivamente en esta novela y poder realizar el trabajo de compaginar las tres lenguas (catalán, castellano y árabe). Gracias a la beca he tenido esa situación privilegiada y ese apoyo ha sido fundamental para poder dedicarme de un modo intenso a la escritura, que no siempre podemos hacerlo.

P.- La escritura del libro, ¿le coincidió con el confinamiento de la primera mitad del 2020?

R.- La ventaja del confinamiento fue que ya estaba trabajando en la novela. Pero hay distintos tipos de escritor y yo necesito alimentarme continuamente de la vida, escribo desde el contacto con la realidad, no puedo aislarme. Todo acto de creación es un acto de confianza en el futuro, porque esperas que en algún momento alguien te lea. De repente, hubo un momento con el confinamiento estricto que esa esperanza en el futuro empecé a ponerla en duda. La novela tiene un paralelismo con esta situación que hemos vivido: la lucha entre la vida impuesta y rodeada de muerte frente al acto de crear y de que la vida le gane la batalla a la muerte.

P.- ¿Había competido alguna vez para lograr financiación para un proyecto literario como en la Beca Leonardo? ¿Qué le parece esa competencia de experiencia abierta?

R.- El ejercicio de tener que contar en qué iba a consistir mi proyecto fue un proceso curioso, porque normalmente no hablo de lo que voy a escribir a nadie. Pero por otro lado, te obligas a decidir lo que vas a escribir aunque durante el proceso haya cambios. Trabajar con unos plazos de tiempo concreto me ha permitido delimitar el trabajo y concentrarlo todo más. 

P.- ¿Qué ha valorado más de su experiencia con la Beca Leonardo a nivel profesional y creativo?

R.- La cuestión de la libertad es muy importante. El que sea una beca para poder escribir sin ningún tipo de condicionante es básico para que realmente se pueda considerar una ayuda a la creación. Y sobre todo esa tranquilidad de no tener que pensar en el tema económico durante un tiempo. Tendría que haber muchas más becas de este tipo para permitir una creación libre, porque si la creación está condicionada por cuestiones materiales es difícil que sea realmente libre. Ha sido fundamental para poder dedicarme de un modo intenso a la escritura. Todo acto de creación es un acto de confianza en el futuro.