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Publica en Alfaguara una novela beneficiaria de una Beca Leonardo en Creación Literaria

Sabina Urraca: «’El celo’ es una novela sobre la animalidad de los seres humanos, el poder de los cuentos y el miedo a nombrar»

Sabina Urraca llevaba siete años en ese empeño fijo discontinuo que muchas veces entraña una novela. La obtención de una Beca Leonardo le proporcionó “el tiempo para escribir un relato de gran recorrido y entrar en él de una forma que no había conseguido hasta entonces”. El resultado es la historia de la Humana, la Perra y otros personajes que les acompañan, ya disponible en Alfaguara bajo el título de El celo.

29 mayo, 2024

Hay novelas que tienen un momento fundacional identificable. Y así ocurre con El celo, según explica su autora. “Hace siete años acababa de adoptar a mi perra, a la que había encontrado abandonada en un polígono industrial en Murcia. Le sobrevino el celo, lo que para mí fue una experiencia nueva, un poco inesperada y que no sabía muy bien cómo manejar. Una mañana estaba en el parque del Retiro, en Madrid, y no paraba de alejar a los perros que se acercaban a ella. Un poco harta, exclamé, “Dios mío, ¿cuándo se va a acabar esto del celo?”. Y, a pocos metros, una amiga que se estaba besando con un chico, respondió, mientras se pasaba las manos por el cuerpo: “Sí, por favor, ¿cuándo se va a terminar esto del celo?”.

Sabina Urraca tuvo la percepción nítida “de estar presenciando la escena de un libro”, un relato que hablaría de “las pulsiones de los humanos y cómo pueden convertirse en una jaula. No se trata sólo de la atracción sexual, sino de la romántica, y de la violencia que late en las personas; esa sensación de que somos racionales pero en realidad nos movemos por impulsos animales que están más presentes en nuestras vidas de lo que creemos o estamos dispuestos a admitir”.

En El celo se atreve a hablar de “la violencia como algo casi inherente al ser humano, que contamina, con su carácter animal, las relaciones familiares a través de la incomunicación y el no saber tratarse”, explica. Y, en el caso particular de la violencia de género, opta por “tantas perspectivas como personajes aparecen en la novela. No quería hacer el retrato de un grupo de mujeres maltratadas, sino contar la historia de la Humana —que es el personaje principal—, de la Perra, de Wendy, de la Vieja, de Mecha… Me alejo deliberadamente de la idea maniquea de buenos y malos, de víctimas perfectas y victimarios letales, para mostrar los claroscuros y crear personajes de verdad, no ejemplos para ofrecer una enseñanza”.

La novela adentra al lector en un universo complejo donde “la información sobre la protagonista se ofrece poco a poco: se aprecian las consecuencias del daño, pero su origen se desvela lentamente, casi al ritmo que ella marca”. Destaca también un uso de los diálogos “enmarañados en el texto, sin un espacio propio, donde todo se cuenta de una manera un poco torrencial y respetando la oralidad de cada personaje, que se impone a las normas de puntuación”. En ocasiones, la autora hace aflorar las inquietudes de la Humana no de forma directa, sino “a través de las respuestas que ofrecen Google o diversos foros de internet, lo que acentúa su soledad”. Y no tiene empacho en recurrir a la fragmentación del texto porque esa estructura canaliza más fácilmente “las digresiones de una mente —la de la Humana— que está atrapada en varios pasados que aún no termina de comprender”.

Líneas temporales, líneas temáticas

El celo es la tercera novela de Urraca, después de Las niñas prodigio (2017) y Soñó con la chica que robaba un caballo (2021). Aunque reconoce que “se trata de historias que no tienen que ver unas con otras y sus protagonistas son muy diferentes”, la escritora sí aprecia algunas líneas de conexión: “En los tres casos escribo sobre personajes que en ese momento son diez años menores que yo. Hay, sucesivamente, una mirada hacia la post-adolescencia, hacia la juventud y hacia la madurez de los 30. Aunque ninguno de esos personajes sea yo, sí percibo que esa etapa la conozco y puedo crear una persona que haya vivido esa edad por la que ya he pasado”. Adicionalmente, las tres serpentean a lo largo de “un hilo de temáticas: la complejidad del ser humano, la oscuridad y la crueldad que todos escondemos y un cierto extrañamiento hacia el cuerpo: una curiosidad casi malsana sobre la corporalidad que alguien podría entender como asquerosidad”.

Recibir la Beca Leonardo es, para Sabina Urraca, “una de las mejores cosas que me ha pasado. Llevaba siete años tomando notas y tenía un montón de material que ordenar y otro montón que escribir. Para una novela de largo recorrido como esta necesitaba tiempo y la seguridad económica que la Beca proporciona; de hecho, me permitió decir que no a trabajos —que me encantaban pero me dispersaban muchísimo— para dedicarme por completo a escribir. Y me di cuenta de que, en esas condiciones, entraba en la novela de una forma que no había conseguido hasta entonces”.

A la experiencia personal como creadora en un estadio intermedio de su carrera, Sabina Urraca suma la de editora invitada de Caballo de Troya, sello de Penguin Random House dedicado a autores noveles. Desde esta doble perspectiva asegura que “la creación joven en España goza de una salud espectacular. He aprendido muchísimo de autores como María José Hasta, Andrea Abreu, Luis Díaz…; y de otros que no he editado yo, como Juli Mesa o Juanpe Sánchez López, por citar solo algunos… Hacen gala de una libertad absoluta, una rebeldía natural, no impostada ni rebuscada. No tienen un miedo excesivo a lo que piense el lector o a no ser comprendidos —algo que no ha sido tan claro en mi generación— y prescinden de restricciones en el uso del lenguaje que hoy carecen de sentido”.